Se define como cuidador a la persona que se encarga de ayudar en las actividades básicas, en la vida de una persona (adulta mayor, enferma o con discapacidad) que no puede valerse por sí misma.
Estar a cargo del cuidado de nuestros familiares supone un reto aún mayor, cuando debemos seguir con nuestras responsabilidades diarias.
Para brindar un cuidado adecuado, es importante reconocer que “no podemos hacer todo”, y que cuando yo estoy bien, los demás pueden estar bien, tener claras estas premisas evitará el agotamiento en el rol del cuidador.
Adicionalmente, tenga presente las siguientes recomendaciones para aliviar la tensión:
- Realice lavado de manos antes y después de asistir al paciente, preparar alimentos o entrar al baño.
- Tenga presente que el paciente puede sentirse asustado, preocupado y muchas veces avergonzado por requerir sus cuidados.
- Tómese su tiempo para su higiene personal así como para ingerir sus alimentos, éstos son momentos propios que dan sensación de descarga mental.
- Aunque sea un momento difícil, direccione sus pensamientos negativos hacia pensamientos positivos.
- No cambie las recomendaciones dadas por el médico tratante, tanto usted como el paciente deben tener claro que seguir dichas recomendaciones permiten una recuperación más rápida.
- Tómese momentos para descansar, saliendo de la habitación para cambiar de ambiente.
- Establezca actividades que lo relajen (música, programa de televisión, meditación, encender una vela aromatizante, leer unas páginas de un libro).
- Cuide su tiempo de sueño, de manera que si hay más familiares en casa organicen turnos para cuidar del paciente.
- Suministre los medicamentos en el horario indicado y descritas en la fórmula médica.
- Identifique las opiniones positivas o asertivas de familiares a tener en cuenta y obvie las demás.
- Fíjese objetivos realistas, divida las tareas grandes en pasos pequeños que pueda hacer de a uno.